Sin duda, la brecha digital existe. Pero no de manera tan dramática como predijeron en los noventa.
Primero, les contamos la historia de Rodrigo Baggio, creador de CDI, que llevó escuelas de informática a las favelas de Brasil.
Pero en el camino, surgieron los cyber café o locutorios (como se los conoce en Argentina), donde personas de todas las clases sociales, en cada barrio y rincón de América Latina, acceden por poco dinero a una hora de conexión.
Hoy, Santiago recomendó esta nota que Julián Gorodischer escribió en Página 12 sobre los locutorios, el "no lugar" que pasó a ser generador de cultura. En la nota, Julián cuenta con su mirada ese territorio urbano a partir de tres disparadores:
* El libro El involuntario rol social de los cibercafés (sale en septiembre, por Dunken), de Susana Finquelievich y Alejandro Prince.
* El blog Mundo locutorio, a cargo de dos etnólogas
* La película Una novia errante, de Ana Katz, que lo ubica en el centro de la trama con un peso dramático insustituible.
Algunas perlitas de la investigación de Finquelievich:
- “En 2004, cuando empezamos la investigación, el 50 por ciento de la población argentina se conectaba en cibercafés, como derivado de la crisis de 2001, aunque el gran uso se está dando en todo el mundo, como atajo en la sociedad de la información. Muchos de los cibercafés surgieron como formas de inversión de la clase media, a partir de una herencia o una indemnización después de 2001”.
- “A un cibercafé de Fuerte Apache van 300 chicos por día. Es un éxito sensacional. Lo tenemos previsto para un próximo estudio. Un diario les había hecho una encuesta, y los chicos siempre decían lo mismo: que bajaban materiales para la escuela. No importa tanto qué usos se hacen del cíber, sino que cuando uno toma contacto con la tecnología es un viaje de ida. No importa lo que haga, está aprendiendo”. (Ver Nota de Clarín sobre La Luna, el cyber de Fuerte Apache)
- “Para entender su poder democratizador hay que pensar lo siguiente: a pesar de los 16 millones de usuarios de Internet que surfean en la Argentina, sólo existe 1,6 millón de conexiones de banda ancha. En otras palabras, la mayoría de los que navegan a alta velocidad no lo hace desde la casa.”
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