Uno de las causas para que esto haya sucedido es sin duda la enorme difusión que tuvo el documental An Inconvenient Truth, en el cual el ex candidato a presidente de Estados Unidos, Al Gore, explica los fundamentos científicos de la crisis climática.
En una columna publicada ayer en Clarín (leer) el analista político internacional Oscar Raúl Cardoso destacó que "En su último informe al Congreso sobre el estado de la nación, Bush reconoció, por primera vez desde que llegó a la Casa Blanca, que existe un problema de recalentamiento global del planeta por las emisiones de gases".
Para quienes les interese informarse sobre el estado actual del debate, les recomiendo leer un excelente artículo de Juana Libedinsky en La Nación (leer), donde la periodista resumió los diversos enfoques desde los cuales se presta hoy atención al tema.
Me gusta pensar que esta crisis es una oportunidad. Nuestra generación tiene dos opciones. Puede ser recordada como la generación que vio el problema e hizo algo para solucionarlo cuando todavía la humanidad estaba a tiempo. O podrá ser recordada como la última generación que pudo haber hecho algo, y no lo hizo.
Hace menos de un año, cuando escuché hablar por primera vez de la película de Al Gore, mi primera impresión es que nunca llegaría a ser estrenada en Argentina. Pero lo fue y la vio muchísima gente. Hace menos de un año la gente no hablaba en la calle del calentamiento global. No parecía que el Foro de Davos pudiera preocuparse por eso. Menos aún que California fuera a encarar una legislación de reducción de emisiones. Ni que España apostaría al uso de energías renovables.
Ahora que el calentamiento global está en agenda, el desafío es no quedarse en la paranoia y generar conciencia para un debate informado que de como resultado medidas concretas.
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